La frescura como ingrediente (Parte I): Molienda

¿Recuerdas lo bien que olía ese café que compraste? Justo en ese momento, el barista lo muele frente a ti y toda la barra se llena de ese olor que tanto nos gusta a todo mundo: olor a café recién molido.

Pero ahora que ha pasado algo de tiempo, parece que la experiencia de abrir esa bolsa ya no es igual, y ni se diga al probarlo. La bolsa va a la mitad, y no quiero asustarte, pero cada vez le queda menos tiempo, así que si fuera tú, le invitaría café a todos.

¿Existe alguna forma de revertir esto? Bueno, aún no. ¿Existe alguna forma de retardarlo? Bueno, si, aunque va más allá del cuento del café en la nevera.

La clave está en moler tu café al momento.

Para entender un poco mejor por qué moler los granos antes de prepararnos una taza con ellos, necesitamos entender cómo funciona este proceso y en qué afecta.

Esencialmente, moler es el proceso de fragmentar el grano en partes más pequeñas para facilitar su extracción. La cosa es que para poder sacar algo de ese puño de semillas tostadas, necesitamos que el agua remoje no solo la superficie del grano, sino la totalidad de este. El proceso se llama “hidrólisis”, que es básicamente la reacción de una sustancia al contacto con el agua, haciendo solubles sus componentes.

Entre más fácil le sea al agua entrar al café, más fácil podremos obtener compuestos que le aportan sabor al resultado.

Cada grano de café está compuesto en gran medida por celulosa (como la madera, los frutos secos o hasta las fibras de algodón) por lo tanto, su parte interna es muy porosa, y en esas cavidades se almacenan muchos compuestos aromáticos.

Cuando molemos café, “destapamos” estos poros. ¡Bingo!

Una vez expuestas estas cavidades tan pequeñas, todos los compuestos aromáticos tienen por donde salir, y entre más tiempo pasen, más escaparán. Dichos compuestos, representan el 60% del sabor que percibimos, el otro 40% es la sensación que nos causa (ácido, dulce, salado o amargo).

En fin, basta de enciclopedia. La pregunta clave es ¿cómo conservar la frescura de un café por más tiempo?

Idealmente, el café se conserva de mejor forma cuando permanece en grano, en un recipiente limpio, hermético y protegido contra la luz del sol; la bolsa en la que te lo entrega tu tostador local es en la mayoría de los casos un buen ejemplo, además, es importante abrir el contenedor solo para sacar la porción necesaria. Hay muchos molinos de uso doméstico que son accesibles y fáciles de conseguir, esta adquisición te ayudará a mejorar la experiencia que tienes todos los días al preparar tu café en tu casa u oficina.

Si no tienes molino y no puedes adquirirlo por ahora, no todo está perdido, para eso te damos las siguientes consideraciones:

Es importante comprar café que esté exhibido en grano y busca la posibilidad de que lo muelan por ti al momento de adquirirlo, pues los cafés molidos del super o algunas cafeterías podría llevar en esos anaqueles algunas semanas, ¡hasta meses!, siendo que la vida útil de un café molido es de hasta 10 días.

Procura mantener el café en un recipiente bien sellado. Si está en una bolsa, antes de volver a cerrarla procura sacar todo el aire dentro para evitar acelerar el proceso de oxidación.

Conserva este recipiente en un lugar fresco y completamente seco alejado de la luz del sol, la humedad y el calor puede afectar negativamente, pudiendo crear incluso hongos.

Gran parte de lo que nos fascina del café, radica en que es un producto vivo, dinámico y naturalmente en constante cambio desde su cultivo hasta su preparación, entenderlo nos ayuda a disfrutarlo y nos causa emoción explorarlo.

Cuando compras café de nuestra tienda en línea, te garantizamos que cada bolsa se conserva sellada en grano para quienes así lo prefieren, o hasta el momento de su adquisición y envío para asegurarnos de que te llegue en su mejor momento para que lo disfrutes. Si tienes alguna duda de cómo seleccionar tu molienda, déjanos un mensaje y te ayudaremos a escoger la adecuada.

Abrazo.

Equipo Café Limón.